8 de octubre de 2014

Formación

Antes o después en el camino nos topamos con  la piedra de la formación. Porque nos exigen formaciones o nos ofrecen formaciones en paganismo.

Incluso a  mi me tienta, y eso que mi forma de ver el mundo implica que la auténtica formación reside en el propio camino. La formación es tentadora porque es una forma clara e inequívoca de exigir respeto. Porque somos una cultura para la cual el conocimiento viene envuelto con un lazo e impreso en un diploma.

Así, en el fondo, elegir o no una formación es una cuestión de seguridad. Queremos formarnos no tanto por el conocimiento si no por la seguridad de sabernos formados y bien formados y de poder demostrarlo en caso de que haga falta. Queremos formarnos para poder delegar parte de la responsabilidad en el formador, en la escuela. Queremos formarnos para que escuela y formador sean una garantía.

Sin embargo el tema de garantías en el ámbito pagano está muy poco establecido. Acostumbramos que las escuelas sean escuelas y que haya detrás de las mismas tanto entidades de profesionales como un control externo de calidad. Pero esto no se da y no veo cómo vaya a darse en enseñanzas sobre paganismo. No hay nada como un espacio pagano común europeo o un Plan Bolonia para el Paganismo.  Reconozcamoslo, nosotros mismos tenemos que buscarnos nuestras propias garantías, y responder por la formación que recibimos y los formadores que apoyamos
y garantizamos con nuestra fidelidad.

¿Cómo evaluar si existen garantías?

Lo primero es ver en qué se basa la formación que se recibe. Hace más de diez años existía una persona cuyo nombre no repetiré aquí que vendía un curso de wicca. Lo llamaba curso de wicca, y lo avalaba con su nombre y con un sacerdocio que yo imagino hoy era más bien supuesto en una tradición conocida pero no muy fácilmente rastreable. Hablando con él al respecto en más profundidad como interesada en recibir el curso descubrí que se trataba de lo siguiente: él te vendía un libro, más específicamente "Cómo preparar un caldero mágico" de Silver RavenWolf, por un precio que casi doblaba su valor en cualquier tienda. A cambio no sólo recibías el libro si no que podías contactar con él para resolver posibles dudas. ¿Valía la pena? Desde mi punto de vista, absolutamente no. Simplemente, era el libro más caro de la historia.
Como este caso, podemos encontrar muchos en los que lo que se ofrece en una formación no es nada que no pueda hacer un grupo de amigos un fin de semana leyendo un libro en casa.

Es una buena idea repasar los temarios de los cursos en los que nos interesamos. Puede que aunque el título prometa, después el contenido desglosado por temas resulte más que decepcionante. Tal vez lo que la persona que de la formación entienda por religión pagana no sea más que un compendio de artes adivinatorias y simbolismo. O simplemente, que no sea lo que estás buscando realmente.

Quién imparte la información es también algo a tener en cuenta. Lo bueno de llevar mucho tiempo en círculos paganos es que al final nos conocemos todos. Lo malo es que hemos conocido a demasiada gente que se acerca porque somos un mercado objetivo nunca suficientemente explotado. El hecho de que existan, siempre hayan existido y siempre vayan a existir, personajes que venden lo que haga falta a quien haga falta con tal de sacarse unas perras hoy y, si les es posible, fidelizar un cliente para el mañana con la promesa de una mayor y mejor espiritualidad hace que sea interesante conocer muy bien a los profesores, su trayectoria y forma de vida... y en definitivamente quiénes son y quiénes dicen ser.
Porque si no podemos encontrarnos recibiendo un curso de druidismo de manos de un comerciante al por menor de productos manufacturados que dice ser wicca druida y descubrir que en años no ha salido a colación jamás la palabra ogham, por ejemplo.
A la gran pregunta de si el profesor que tenemos delante está o no capacitado para enseñarnos lo que dice, es algo aún más complicado de discernir. ¿Qué capacitación considera cada uno de nosotros que es necesaria? ¿Títulos universitarios en antropología, historia, arte, literatura...? ¿Títulos de otro tipo? Y si lo son de sacerdocio, ¿de dónde provienen? ¿Tienen algún aval?


La existencia detrás de la oferta formativa de una entidad sin ánimo de lucro en lugar de un particular o una empresa no es en sí mismo una garantía de calidad, pero sí en principio una buena manera de separar rápidamente a una gran cantidad de timadores.

Cuando la formación ofrecida viene de mano de una tradición concreta que puede rastrearse, ya sea legalmente porque se trata de una entidad religiosa registrada o a través de un linaje, existen ciertas garantías. No de que la formación sea lo que estás buscando, pero sí que es realmente lo que esa tradición concibe, entiende y transmite. Dentro del mar de inseguridad que es formarse en paganismo, eso ya puede valer algo.

Pagar o no pagar.

Esa es la cuestión, al final. Cuando pagamos por la formación, estamos manteniendo estructuras y formadores, o al menos, ayudando a ello. Si no hay estructuras, es decir, asociaciones culturales o religiosas en las que se ofrece la formación, lo que hacemos es mantener al profesor. Cuando hacemos esto, estamos dejando un espacio en el que caben tanto personas honestas como timadores. Y a veces cribar grano de paja resulta arduo.

Conozco personas que compran formación, y pagan con gusto porque consideran que la persona que les atiende merece una retribución. Y estoy de acuerdo. Las personas merecen ser retribuidas. De lo que no estoy segura es de que esta retribución deba ser dineraria.
Como ya he dicho, no tenemos estructuras. No somos una única gran y fuerte comunidad tal que pueda tener personas que se mantengan y mantengan a sus familias con lo que todos los demás aportamos, así que veo difícil que podamos tener profesionales en formarnos. Por lo tanto, igual deberíamos pagarles en otra moneda, ya que no podemos profesionalizarlos. Tal vez en cariño y respeto.

El otro día vi un vídeo a este respecto, centrado en wicca pero aplicable. En él, se decía que una buena razón para pagar es que lo que es gratis no se valora. Esta era la política que seguíamos en mi instituto con respecto a la revista que escribíamos como extraescolar un grupo de alumnos. La vendíamos a un precio simbólico porque con los años nos habíamos dado cuenta de que cuando la regalábamos el patio quedaba lleno de revistas tiradas y rotas. Esto es muy cierto con mi revista del instituto, pero no creo que sea tan cierto con la formación en paganismo. Cuando eres pagano y te quieres formar tú buscas el curso y al profesor, éstos no vienen a la puerta de tu clase con un par de críos de otra clase. El interés en el curso se presupone, y con él, el compromiso. Y los pormenores de este compromiso deberían quedar claros desde un primer momento, tanto por parte del formador como de aquel que desea ser formado.

Yo soy básicamente una autodidacta. Si he recibido cursos, hoy día no pagaría por ninguno de ellos. De ellos he sacado habitualmente cosas diferentes a las que los formadores quisieron impartir. Y creo que he aprendido siempre más de quienes en libertad me han retado, cuestionado y compartido como caminantes que se cruzan fortuitamente en su camino que de los vendedores de mapas. Y aún así se apreciar la belleza de los mapas y entiendo a quienes se sienten inseguros si no los tienen.

Yo no cobraría. Como persona religiosa, mi punto de vista es que vender por entero o por partes mi religiosidad es similar a vender por entero o por partes mi cuerpo.

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