15 de abril de 2015

Humus Folclorico

En ocasiones una despierta, abre los ojos... y leer cosas que no debería.

Estamos en una era de comunicación en la que a veces es dificil que cosas puntuales de seres puntuales no te quemen las retinas. No obstante, cuando lo hacen es culpa de uno mismo. Por mirar.

Hace nada he leido una máxima ajena. Ni siquiera me la decían a mí, pero me ha calado en lo más hondo. La máxima decía: "foclore y wicca no tienen nada en común".

Vale, no soy la primera experta en wicca. Nada más lejos. Pero si soy una curiosa impenitente... y  creo que si G. Gardner levantara la cabeza hoy, volvería corriendo a su lugar de eterno descanso ante una frase así. Conmino e invoco a todos mis amigos wiccanos de todas las tradiciones para que expongan, corrijan, enmienden y amplien lo que estoy a punto de decir. Pero....

Danza Morris. Folclore inglés por el cambio de estación.

A Gardner le gustaba el folclore. Expuso y envió mucho material a la Folk Lore Society, con interés de ingresar.
Este interés por el folclore inglés forma parte integrante de su proyecto al crear la wicca como religión de la brujería, tal y como se trasciende de sus propios escritos.
Simplemente la propia rueda de las festividades, así como muchas de las actividades relacionadas a ella en muchas por no decir todas las tradiciones que conozco beben más o menos abiertamente del folclore de una u otra zona. Muy obviamente del folclore anglo-sajón y celta, aunque también del sajón, germano y nórdico por nombrar sólo los más prominentes de la europa occidental.

No voy obviamente a negar la enorme influencia en la wicca de organizaciones esotéricas como los rosacruces o la OTO e individuos como Crowley o Dione Fortune. Pero no se puede decir que esas influencias sean únicas. Al contrario.

Otras grandes influencias se encuentran en el campo de la antropología y el folclore, llevados de la mano pese a quien pese. Obras como "el culto a la brujería en europa occidental" y "El Dios de los brujos" de Murray, "La rama dorada" de Frazer y "Aradia o el evangelio de las brujas" de Leland son referentes claros para Gardner. Referentes que beben de antropología, mitología y folclore.

¿Se puede decir que esto es no tener nada en común? ¿En serio?

El folclore es el suelo fértil sobre el que descansas las modernas religiones paganas. Es humus para nuestras raices, combustible para nuestro crecimiento. Y esto incluye desde la wicca más ecléctica y new-age (y por tanto, menos wicca) hasta el reconstruccionismo más cabezón y extremo.

La verdad es que... para qué leeré.

14 de abril de 2015

Tiempos de silencio

No siempre me doy cuenta, pero soy una persona que vive con grandes tiempos de silencio. Estos tiempos pueden ser de muchas clases, y los mios suelen ser combiandos.

A veces mis tiempos de silencio responden a una reserva. El silencio se vuelve una capa protectora que me ayuda a seguir adelante cuando hay algo delicado en progreso. Porque hay muchas cosas que son como las semillas hibernantes: necesitan oscuridad, silencio y calor. Y mientras muy por encima de ellas se desarrolla el drama del invierno, mientras las aves huyen, los herbívoros padecen y el universo lucha, ellas laten silenciosas esperando otros momentos. Este tipo de silencio ayuda a concentrarse. Ayuda a volver al núcleo. A pensar en qué es lo que te resulta importante....

A veces, mis tiempos de silencio responden a la ciclotimia. Como las plantas, tengo dos pausas en mi biorritmo mental. Una invernal y otra estival. En ambas pausas me doy cuenta de que necesito pararme y respirar. Que todo el bullicio de la actividad me está confundiendo. Que a veces pierdo el norte, pierdo la raíz, y solamente me queda volver a empezar. Porque, en realidad, hay pocas cosas que sean tan agradables como volver a empezar.

Y algunas veces, aunque más de las que parece, el tiempo de silencio responde a una ruptura. Porque somos frágiles aún cuando somos más resistentes. En nuestras partes más duras, y también en las flexibles. Somos frágiles, porque aunque queramos negarlo, el viento nos dobla y nuestras ramas se parten bajo el peso de la nieve. Y es en esta fragilidad en la que necesitamos buscar el lugar oscuro y silencioso en el que recuperarnos.

Hoy, mi tiempo de silencio tiene que ver con todo lo anterior. Porque me rompo tanto como resisto. Porque necesito pausarme junto a la pausa de mi jardin. Porque necesito retirarme de batallas grandes que no son mias y centrarme en las batallas mínimas que si lo son.

Mañana, mi tiempo de silencio será por todo esto, por algo, por nada... Pero será diferente a todos los anteriores. Porque cada tiempo de silencio es un refugio único para el alma. Un capullo que se crea en necesidad, y luego no puede ser reutilizado. Y siendo único, es absolutamente hermoso.

Disfrutad de cada uno de vuestros tiempos de silencio. Valoradlos. Buscadlos cuando los necesitéis.